Las primeras que se usaron fueron lámparas de queroseno modificadas y acopladas al manillar, el objetivo era iluminar el camino, pero era un poco peligroso. Un siglo después el objetivo sigue siendo el mismo, las luces para bicicleta siguen mostrándonos el camino.
Estas focos para bicicleta funcionan con batería y llevan diodos led eficientes. Montadas en el manillar o en un casco, darán mucha luz, y permiten que el ciclista vea y que lo vean de noche.
Luces para bicicleta
Una de estas luces para bicicleta empieza con las especificaciones eléctricas y un diseño para la carcasa, en este caso es para un foco montado en el manillar. Siguiendo ese plan, las herramientas computarizadas tallan el bloque de aluminio y crean un molde en dos partes para el reflector del foco.
Fijan el molde en una máquina de moldeado por inyección y vierten perdigones de acrílico blanco en la tolva de la máquina. Esta, tritura y derrite los perdigones para hacer un líquido espeso, y lo introduce en las cavidades del molde.
El acrílico se solidifica rápido con la forma del reflector. Un acabado de aluminio deja el acrílico brillante y reflectante. Después pasan a otra máquina de moldeado por inyección. En ella se llenan las cavidades de un molde con caucho derretido y forman los botones de encendido y apagado.
Luego colocan una placa de circuitos para led sobre un interruptor alojado en un soporte. Los contactos que sobresalen se cortan y los demás se sueldan a laminillas de cobre de la placa, asegurando el interruptor a ella y completando la conexión eléctrica.
Tras retirar el ensamblaje del soporte, el cable de la batería se pasa por la placa y luego se suelda a ella. La placa se acopla después a un disipador que dispersará el calor de las lámparas para que funcionen con eficiencia.
El reflector se instala después sobre los seis pequeños led, este concentrará la luz de bicicleta hacia delante para crear haces estrechos. El siguiente miembro del equipo coloca tapas para los reflectores en una bandeja y la lleva a un grabador láser, cierra la tapa y activa el láser.
Este, graba sobre una cinta con un tinte negro que se ha aplicado al metal, transfiere ese tinte al número grabado, haciendo que destaque. El número indica la potencia de lúmenes del foco, que es una medida de luminosidad.
De vuelta a la zona de montaje, se coloca una tapa sobre el foco. Luego se acopla un protector abierto al disipador, para proteger al ciclista del calor generado por las luces led. Ahora estas luces para bicicleta están listas para ponerlas a prueba.
Para ello un técnico lo enciende y lo mete en un aparato llamado esfera lumen, un ordenador analiza el foco y comprueba si cumple los requisitos. Ahora una operaria hace un foco más pequeño para un casco de ciclista, introduce la placa de led en la carcasa y luego acopla el botón de encendido de caucho sintético.

Conecta el foco a una placa de circuitos con tres led, después esa placa se coloca en una carcasa y se añade una batería de litio recargable. Dejan esa pieza aparte y colocan una lámina roja reflectante a un reflector aluminizado.
Por último encajan esa pieza en una carcasa de plástico transparente, completando la lente del piloto trasero. Volviendo a la luz frontal del casco, se coloca un reflector sobre el led, después atornillan una tapa de cristal que lleva un remate metálico.
Para terminar une la parte trasera con la pieza de los led y cierra el montaje. Esta luz para bicicleta ya esta lista y te acompañará en tus viajes más oscuros iluminándote el camino.