Antes de que existieran los sacapuntas la gente usaba cuchillos para afilar los lápices, y seguramente provocaba muchos accidentes. A mediados del siglo XIX un inventor francés creo algo mucho mejor para poner nuestros dedos a salvo, hoy en día lo conocemos como sacapuntas y es un invento muy puntero.
El instrumento favorito de los escribientes, amanuenses y poetas durante más de un siglo y medio, el sacapuntas es una herramienta muy útil. Sin ser muy puntilloso, con unos sencillos giros puedes solucionar todos los problemas de lápices.
Sacapuntas
Para fabricarlos, lo primero es el acero dulce para hacer las cuchillas. El acero se desenrolla pasando por un enderezador, luego un alimentador lo mete en un cortador sacabocados. Este corta cuatro cuchillas en cada corte y hace el agujero del centro de las cuchillas.
También se le imprime el logo de la empresa que lo fabrica. Esta máquina en cuestión genera más de cien mil cuchillas a la hora.
Las cuchillas se pasan a una cinta transportadora que las manda dando vueltas a un horno super caliente. La temperatura dentro del horno es de 820 grados. Las cuchillas dan vueltas lentamente en el horno de 15 a 20 minutos.
La exposición al calor intenso y un enfriado rápido en aceite endurece las cuchillas dejándolas muy envejecidas. El aceite se escurre removiéndolas en un tambor perforado. A continuación, una mezcla de maíz seco y pasta para abrillantar limpia la superficie de las cuchillas cambiándoles totalmente el aspecto.

La mezcla se añade en un tambor centrifugador que las agita con el abrillantador de 6 a 12 horas, esto las transforma. Un alimentador circular las va poniendo en fila para luego apilarlas en una vara metálica. Puestas así, una máquina afila el borde de todas ellas a la vez.
A continuación, hacen las carcasas para las cuchillas de los sacapuntas. Una sierra circular corta una barra rígida de magnesio al tamaño adecuado. Los bloques caen a un alimentador que los va introduciendo en una máquina de estampado.
Esta vuelve a imprimir el logo de la empresa en la parte superior e inferior de los bloques. Otra máquina va empujando las carcasas de los sacapuntas hasta un taladro, que les hace agujeros en forma de cono, por donde se introducirán los lápices para afilarlos.
Otro taladro les hace agujeros en la parte superior para poder atornillar las cuchillas a las carcasas y queden fijas. Una varilla metálica va empujando las carcasas preparadas fuera de la línea y estas caen a una cesta.

Ahora se sumergen en 5 soluciones químicas, cada una tiene una composición distinta. Estos compuestos químicos suavizan las esquinas de las carcasas de magnesio y les dan brillo.
Después, se extienden en una rejilla transportadora que las pasa por un secador para eliminar los restos de residuos químicos. Ahora estas carcasas de sacapuntas ya están listas para recibir las cuchillas.
Otro alimentador las conduce hasta una zona de montaje. Los tornillos se llevan a un dispensador automatizado en el punto de montaje. Un mecanismo se encarga de deslizar las cuchillas dentro de las carcasas a medida que estas llegan.
El dispensador deja entonces caer el tornillo y lo atornilla a la pieza. Los sacapuntas caen a un contenedor ya terminados. Conllevan muchos y distintos procesos producir estos sacapuntas de magnesio.

Más de un siglo y medio después de su invención, este sacapuntas manual aún tiene filo para rato. Y ahora que ya sabes como se hacen podemos escribir el final de este artículo.